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sábado, 26 de noviembre de 2016

En ocasiones estás triste no por la falta de una despedida,sino que por la distancia que separa vuestros cuerpos. Es tan extraño esto que en el momento en el que susurras un adiós todos tus pedazos se desquebrajan y lloras, pero no lloras por la despedida. Esas lágrimas las producen cada uno de los recuerdos que has vivido y sabes que no habrá oportunidad de revivirlos. 
Ahí estás tú con las lágrimas en los ojos porque ya no te volverá a sacar a bailar aunque te pisará los pies cada vez que lo intentaba. Aprietas fuerte los labios al recordar como vuestras reconciliaciones acababan entre besos y promesas -que no se han cumplido-, pero te olvidas de cada vez que se fue sin abrazarte o cada día que te miró de reojo porque no era capaz de mirarte a los ojos.
Perdonas todas esas pieles por las que viajó en tu ausencia porque lo tienes, ahí al lado, junto a ti. E ignoras cada pequeña mentira que te cortó la voz, porque el amor es así: ciego y bondadoso. 
Estás triste porque ya no te abraza, ni te tapa cuando duermes, pero él era quién te quita la manta.
Recuerdas cada segundo de felicidad que venía de su mano y olvidas todas veces que buscabas un hombro dónde llorar  y no estabas.
Olvidas que las heridas sanan y el corazón puede volver a latir con fuerza, pero estás triste porque se fue y no te dio un beso de despedida. No escuchas a aquellas voces que hablan de que existe el destino o más personas en el mundo, tú te aferras a quién quieres porque sólo duermes si él te da las buenas noches. 
Estás triste y lloras porque la nostalgia te abraza y piensas que valió la pena tanto dolor por un rato de amor. 

jueves, 17 de noviembre de 2016

Me vendé los ojos en el momento que supe que "tú y yo" se congelaría con el paso de la primera helada del invierno. No estaba hecha de despedidas, pero se me encogía el corazón al pensar que entre nosotros habría un "adiós" y sólo nos quedarían miradas de reojo y alguna lágrima al filo de nuestras pupilas. 
Yo no quería irme, pero tenía que soportar el dolor de tu marcha. Que me querías decías mientras que desenredabas tus dedos de los míos. Somos diferentes me repetías, pero no recuerdas cómo encajaban nuestros cuerpos.
No soy chica de despedidas, soy más de verte al día siguiente y besarte como si no te hubiese visto en media década, pero te querías ir y yo no podía retenerte cerca. No sabía que hacer para que usarás mis caderas de salvavidas y sólo quisieras quedarte un día de menos.
Sonreí y fingí que mi estómago ya no revoloteaba.
Sonreí y fingí que no te echaría de menos.
Sonreí y fingí que tu ausencia no me desgastaría el arma.
Pero yo no soy una actriz que actúa bajo los focos de tu mirada cada noche. Yo no puedo decir que me jode que esto se acabé y que no estés cuando se me descosen las heridas.
Lloré y me tragué las ganas de llamarte.
Lloré y al recordar que hay finales inevitables.
Lloré y apreté los labios para ahogar cada sollozo.
Yo no quería despedirme, pero tú ya memorizabas mi cuerpo desnudo mientras que dormía contigo.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Ayer hablé de ti

Ayer hablé de ti, pero no lloré como hacía hace meses. Seguí admitiendo que te echaba de menos, pero fuiste más dolor que alegría aunque sólo recuerde cada día que sonreí porque estabas al lado -porque te tenía cerca-. Sonreí al recordar el amor que te tenía y se me entrecorto la voz al ver que todo ese cariño se había ido con el paso del tiempo. 
Hablé de las lágrimas que cayeron en tus venidas y como se me rompía el corazón en cada despedida en la que yo me negaba a mirarte a los ojos. Vi como el pulso se me paró el día que asumí que no podía más, ¿cómo iba a alejarme de quién quería a milímetros?. No me quedaban opciones ni corazones de repuesto para ver como yo misma me echaba tierra encima y me perdía a mí. 
Se me anudaron las cuerdas vocales al decir que yo te quise, pero tú a mí no. Aún sigue doliendo el amor que te tuve y el que tú no me tuviste, esa desesperación por ser lo que buscabas o creía que necesitabas para ti. Todas esas máscaras que usé para ser para ti lo que tú eras para mí no sirvieron para nada.
Me tiemblan las piernas cada vez que pienso que alguien puede llegar a ser como tú y tú no seas ni un recuerdo; porque creo que lo único que nos une hoy es el pasado que nos ata y el cariño que nos hizo ser nosotros. 
Ayer hablé de ti, pero no lloré. Me di cuenta de que estaba olvidando y poco me quedaba ya de ti aunque aún se me ajetree el estómago cuándo sé que te voy a ver.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Disparos

Caminas esquivando granadas
cada paso que das es en falso
y siempre te tropiezas con el pasado.

Estás en mitad de tu guerra
huyendo de aquello que desconoces
para abrazar más fuerte al pasado.

Ya conoces tus errores,
piensas que sabes desactivar las bombas
que acaban haciendo añicos a tu alma.

No te equivoques.
Siempre cortas el cable equivocado
y todo lo que quieres se destruye.

Tu amor está ardiendo
para ser cenizas
espolvoreadas por el viento.

Estas en el campo de batalla
sin ninguna protección
y estás preparado para recibir la misma bala
una vez tras otra.

Tienes miedo.
No sabes cómo será esta herida,
no sabes cuanta sangre brotará.

Pero ahí estás,
con todo el pecho desnudo
para repetir disparos
y revivir errores.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Gracias

Doy gracias
a ti por no quererme,
por cada vez que intentaste cambiarme
y luché por ser aún más yo.

Te estoy enormemente agradecida
por cada palabra envenenada
y esa pequeña mentira "piadosa"
que me ayudaba a buscar la oscuridad.

Cada vez que me pedías que me rindiera
que ese no era mi camino
y yo demostraba que estaba dónde merecía.

Gracias por no hacerme un manojo de inseguridades,
miedo acumulados,
y por romper cada esperanza que me quedaba.

Has descorchado una botella de champán 
en cada uno de mis fracasos
y siempre bailabas 
al son de mis lágrimas.

Me has gritado
alegando que no era nadie
para que el mundo me comiera
en vez de comérmelo yo,

Has admirado mis ruinas
y aplaudías cada vez que mis complejos
se apoderaban de mí.

Gracias por el amor que no me has dado,
por la confianza que me has quitado,

Gracias por arrancarme cada pluma de mis alas
para que siguiera atada al suelo
y nunca pudiera despegar,

Gracias por hacerme entender
que el que no te quieran
rompe,
pero te hace fuerte. 

Ojalá llueva

Ojalá llueva esta noche
que no sepas donde quedarte,
toques a mi puerta
en busca de ropa seca
y un café caliente.
Ojalá se inunden las calles,
que no tenga un paraguas que prestarte
y te apetezca quedarte.
Ojalá los truenos sólo susurren
y los relámpagos iluminen tu pecho
al mirarme.
Ojalá llueva;
ojalá tocarás a mi puerta;
ojalá te quedases
porque me recuerdas,
porque me extrañas,
porque me quieres.
Ojalá llueva
para que me besarás
hasta que se sequen los charcos.