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sábado, 26 de enero de 2013

Tormentas de verano.

En la multitud de la gran ciudad la lluvia empieza a caer, miro al cielo como si nunca antes hubiera visto llover, pero es que un día tal como ese llegaste tú, pusiste el paraguas encima de cabeza y me dijiste : 'También hay tormentas de verano, preciosa' y me gire a mi lado derecho y te vi y sí recuerdo tu camiseta a rayas y tus zapatillas rojas, recuerdo el brillo de tus ojos, tu barba de dos días y esas ganas de vivir que salían de tu sonrisa. Recuerdo que no pude ni articular una sola palabra, que me quedé embobada mirándote y tú ya sabías que ese efecto lo producías en casi todas las mujeres. Estas tú ahí con todo tu ego y tu mirada de ''nada me importa'', cuando dijiste: ''Me gusta la lluvia'' con intención de romper ese silencio incomodo, con intención de escuchar mi voz, y lo único que fui capaz de responderte fue un: '¿Por qué?' y entonces saltaste tú con toda la dulzura del mundo para conseguir que me diera un vuelco el corazón 'Porque si llueve puedo compartir el paraguas contigo, ¿No te parece una buena razón?' Con esa frase, con tus actos, con todo tú, me sacaste una sonrisa con solo haber pasado unos cinco minutos a tu lado, creo que fue en ese momento cuando supe que eras alguien con quien podía pasar los mejores ratos de mi vida.
Y fue a partir de ese día empezó a correr el café entre mi cama, me acostumbré a dormir con compañía, a empezar a querer de verdad, a sentir esas jodidas mariposas por mi estomago cada vez que te veía sonreír. 
Fue a partir de ese día en el que conocí el amor, ese amor en el que todo lo que se dice es verdad, que los dos se quieren por igual y en el cual la lucha del ''Yo te quiero más'' se hacía eterna. Pensaba que podríamos habernos pasado siglos así..., pero todo se acaba, ¿Eso fue lo que me dijiste no? Que todo tarde o temprano se acababa y que había llegado el final que ninguno de los dos queríamos, que otra vez volvería a sentir la soledad en mi cama, que ya no ibas a estar a mi lado en cada película romántica  que ahora me tocaba pasar el rato con un helado de chocolate y lagrimas en los ojos en vez de estar besándote el cuello. 
Y ahora cada vez que llueve recuerdo que también hay tormentas de verano.