.

.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Me despedí, y  me fui.
Salí corriendo
repitiendot(m)e ese adiós
que sólo nosotros conocemos.

No estás,
y te lloro,
te lloro tanto que me duelen las pestañas.

No estás,
y sólo escucho nuestra canción
para recordar que estás 
que estás aquí
y ojalá conmigo. 

Huí como todos los días impares.
Sentí el pecho vacío 
y el miedo en el cuerpo.

Te busco,
te rebusco
y vuelvo a buscarte
para poder apoyarme en tu pecho,
para escuchar tus buenas noches
y soñar con nosotros. 

Hoy no estás,
ni mañana volverás
porque el alma conoce la pena
y yo provoco el desequilibrio
en este suelo firme. 

He vuelto a la oscuridad,
donde no hay ni un rayo
que parta mis miedos en dos. 

He vuelto a los días nublados,
pero que nunca llueve.

He vuelto a las guerras
y aunque saque todos los días 
la bandera blanca,
no hay paz,
sólo hay ruido
que me revienta los tímpanos. 

Ya no soy una funambulista
que corre por una cuerda bien tensada.
Ahora bailo pisándole los pies a la vida
y dejando un pie en el aire.