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domingo, 25 de noviembre de 2018

Soy demasiado pequeña para este inmenso mundo

Soy una pequeña niña
que aún se raspa las rodillas
intentando esconderse.
Pero siempre la encuentran.
Me cogen por los hombros
y me vuelven a llevar al laberinto.
Anochece.
Pero no son ni las cinco.
Es esta ciudad que esconde al sol
entre sus leves edificios
y este humo que huele a tristeza
y se queda en la garganta.
Es este frio
que se ha convertido en mi cuerpo
y ahora las letras
pagan por el destierro
porque me he quedado sin hogar,
no me quedan huesos por romperme.
He camino por todas las calles sin salida,
pero he conseguido escaparme
por la mínima grieta.
He visto el reflejo de la luz,
y te juro
que me pareció ver tu silueta.
Tu mano saludándome.
Tu cuerpo rogándome que vuelva.
Tú, tú, tú.
No me quedan fuerzas para el abrazo.
Me vuelvo a la oscuridad
y te vigilo desde reojo.
Te dibujo.
Pero solo con la tristeza de un baile sin pareja.
Trazo nuestra casualidad
que vuelve al pasado
donde la ciudad se alumbraba así misma,
donde no habían calles,
donde yo me movía libre
y sin miedo.