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domingo, 27 de diciembre de 2015

A veces le otorgamos nuestro dolor a alguien por no sentir lo mismo que nosotros.

Le culpamos de un sentimiento que no tiene pensando que no nos ha valorado o que no ve cada acción cometida por él. Vivimos en un mundo de ilusiones creadas por uno mismo que nos rompen al choque con la realidad. Nos engañamos y culpamos aleatoriamente.

Nos cerramos a un dolor creado a partir de nuestros propios sentimientos, un dolor creado por nosotros mismos de una forma cegadora.

Sol y Luna se amaban con locura, pero estaban eternamente separados.
Sol iluminaba el camino hacía el deseo, calentaba los corazones, alimentaba a las flores y creaba destellos de color tras cada cielo gris.
Luna acogía a los corazones rotos llenos de melancolía. Era esperanza en las tinieblas, la única luz en el inmenso túnel sin salida de los mortales.
Sol era calor mientras que luna era frio; y la unión de ambos era el caos para la universo; los corazones rotos se quedarían sin esperanza mientras que los enamorados dejarían de ponerse colorados al pensar en quiénes aman.
El huracanado viento, millones de asteroides y las grandes nubes obligaron a Sol y a Luna mostrarse en momentos diferentes del día. Aunque a veces ambos se juntan se besan fugazmente, nublan a todo el mundo durante unos segundos y siguen rotando sobre nosotros.

Abandonarte es abandonarme,
Abandonarme es olvidarte,
Olvidarte es no recordarte,
No recordarte es no sentirte,
No sentirte es morirme.

He escuchado mentiras piadosas que sólo eran mentiras,
He escuchado verdades maquilladas que hacían más daño,
He escuchado desprecios en tonos irónicos,
He escuchado voces que no decían nada,
He escuchado susurros que me derretían,
He escuchado arrepentimientos falsos,
Y embusteros siendo sinceros,
He escuchado como habla el vino después de dos botellas,
Y cómo hablaba el dolor en muecas en los labios,
He escuchado como hablaban mis decepciones
Callando mis alegrías,
He escuchado lágrimas de felicidad
Pero aún más de angustia,
He escuchado demás y me queda tanto por escuchar,
Porque he llegado a escuchar al mundo  equivocarse –yo equivocándome–
Aunque no he escuchado ningún arrepentimiento –el mío tampoco—.
Sin embargo, también he escuchado música.

Nos engañamos,
Nos prometimos,
Y llamamos 'amor' a eso que teníamos,
Pero del amor sólo sabíamos
Lo que el diccionario decía.

Recuerdos de roturas,
Cicatrices que permanecen,
Impotencia en la ida,
Resignación en la vuelta.
Te sigo queriendo -menos-,
Pero quiero que vuelvas.
No más huidas,
Sólo besos por constelaciones,
Y mariposas en nuestro alrededor.

He sido indecisa,
He errado como nadie,
No sabía si te quería
O sólo había deseo.

Disfrutaba recorriendo tus lunares,
Besando tus miedos,
Y abalanzándome a tus heridas.

Quise recomponer pedazos -míos o tuyos-,
Encontrar tu alma pérdida
Y hacerte sentir vivo.

Pero no sabía si te quería,
Corrí a otros brazos,
Errando el presente
Y cambiando el futuro.

Vivimos esperanzados con que quieren recordarnos nos recuerden;
que los que se fueron en el ayer, vuelvan;
que los errores del pasado justifiquen los hechos;
que la ceguera emocional se destape con revuelos;
que su voz deje de ser un eco que me  ametralla;
que el dolor con el resentimiento se evapore;
que las promesas se cumplan y no sean palabras que se dicen en momentos puntuales
Y por último, que "siempre" tenga una cantidad de tiempo aproximada para que el corazón se haga a la idea.

Nos aferramos a los recuerdos. Abrazamos los pedazos rotos de nuestro pasado imaginado finales felices para nuestras historias destruidas.

Buscamos olores conocidos, sentimientos ya encontrados perdiendo la fe en que alguien supere a otro alguien. Y así nos encontramos: rotos y destruyendo a cada corazón alegre que nos ronde.

Somos ciegos que no vemos -o no queremos ver- a alguien más  aparte de la persona que nos destruyó.