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sábado, 6 de abril de 2019

Crecí con A

Crecí con A. Y te prometo que fue una tormenta. Rayos, lluvia, calma en mitad de cualquier abrazo.

Me vi tan pequeña a su lado, pero me hizo tan grande. Me sacó cualidades que no había visto en ninguna otra persona. Me abrazaba siempre con miedo. No quería que me fuese, pero yo siempre andaba melancólica, tan amurallada, tan llena de lágrimas que me consumía en una canción triste.

Él sabía alegrarme. Sacaba de mí las flores que estaban apunto de morir. Me llamaba arte, y yo idolatraba esa forma de mirarme en silencio; porque a veces, solo hacíamos eso —mirarnos— y nos aprendíamos de memoria cada gesto, cada arruga de expresión, cada miedo que se perdía en la pupila.

A y yo hacíamos la guerra. Y nuestras palabras fueron bombas, nos dábamos la espalda compartiendo la misma cama. Dejábamos de escribirnos. De vernos. De escucharnos. De sentirnos. Nos alejábamos. Sin embargo, siempre nos dábamos las Buenas noches, es como que no podíamos dormir en calma sin despedirnos. La noche unía a nuestros cuerpos, afloraban las ganas de querernos, y nos sentíamos casi completos. Sin embargo, al salir el sol los bombardeos, la sangre y el campo de batalla volvían. Hacíamos mucho la guerra, pero nos quisimos de verdad. ¿Sabes por qué lo sé? Porque llegamos a hablar de una casa de madera, de cómo nuestra hija se llamaría como su abuela y de cómo me comprometería a pasar la vida con él en una ermita de piedra.

Él me leía como pocas personas. Me leía a todas horas. Siempre que escribía. Y siempre me decía que era el mejor que el anterior. Le escribí casi un libro entero y alguna vez, le leí sonrojada lo mucho que me costaba despedirme de él.

Crecí con A y puede que gracias a él sea como soy ahora. Melancólica, pero con algo de luz. Una luna, como él me definía.
Nos amábamos hasta crear un pequeño universo que solo los dos conocíamos.

Nunca llegamos a encontrar el equilibrio. No fuimos capaz de darnos las manos fuerte para sujetarnos uno al otro. No.
No fuimos capaces.

Sin embargo, A siempre será de esas personas que echarás su pecho en falta. Que hablarás de ella con luz en los ojos.
Que querrás toda la vida porque se la debes.



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