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jueves, 27 de octubre de 2016

Miedo

Tengo miedo de quedarme en las puertas del paraíso. Ese miedo irracional a tocar la libertad con mis yemas y desear más. Necesitar más. Que me vistan el roce de las nubes y pueda ir siempre desnuda. Ese terror de que me guste lo inalcanzable —lo prohibido—, y terminar de abandonar mi infierno para ansiar unas alas blancas que no me merezco después de cada atrocidad llena de locura que cometí. 
Ese miedo de querer llegar alto porque en el suelo no encuentro unos que me miren. El pavor de querer más de lo que se puede, más de lo que puedo.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Hilos

Somos hilos que se han enredado tantas veces que sólo tenemos nudos. Nos golpea el alma y a veces, nos aplasta el corazón.
Tenemos la soga puesta y sólo tenemos que contar hasta tres para saltar y olvidar cada error que cometimos con el otro queriendo.
Aunque suene cobarde, tenemos que huir de aquellos miedos que nos crucifica la razón y nos golpea en el pecho.
Hoy, todo el amor que nos unía nos separó. Nos hemos roto -uno al otro- y hemos intentado atar nuestros extremos al futuro para así besarnos durante dos meses más. Pero no podemos aunque queramos. No somos fuertes. No creemos en la mirada del otro.
La suerte se despidió con un beso en la frente y nosotros sólo tuvimos que salir corriendo en caminos paralelos con la esperanza de que mañana veremos la verdad en las caricias del otro.

miércoles, 19 de octubre de 2016



Desde que era pequeña vi como con el calor el amor se derretía. No fueron pocas veces las que tuve que consolar corazones rotos en el mes de junio. Amigos lloraban en mi hombro y vi como se lamentaban al cielo azul. Se quejaban que el amor era aliado del invierno, de estar bajo las sabas y de buscar un cuerpo que te diese calor mientras que los cristales de las ventanas se empañaban.
Que manía tenían los corazones ciegos de vivir una época de soltería para poder mirar sin tapujos los cuerpos que salían del mar ¡Cómo si de un escaparate se tratasen! y pasar de boca en boca cuando el alcohol corría por sus venas. Nunca entenderé por qué solo se echa de menos cuando las hojas de los árboles se tiñen de tonos marrones, y cuando cambias las tirantas por la manga corta vuelves a llamar a esos brazos que te quisieron cuando le ponía cubitos al café.
Siempre vi que como la brisa de verano acababa con más relaciones que hurracanes derrumbaban casas. Nunca lo entendí. Jamás comprenderé la necesidad de alejarse de quién quieres cuando tienes más tiempo para conocer su cuerpo.
Desde entonces, el verano siempre será la prueba de fuego. Si aguantas ir de la mano en pleno mes de agosto o dormir abrazados sin aire acondicionado, sabes que ese amor es verdadero y todas las crisis de pareja se superarán porque quién puede con el calor puede con el amor.



(Consecuencias de que te pidan una redacción corta de tema libre) 

martes, 18 de octubre de 2016

Por ti

Tenía el cuerpo lleno de heridas,
algunas cicatrizaban,
otras sangraban 
y yo sólo tenía tiritas para su dolor.
Abracé tanto su cuerpo
que olvidé que mi corazón
dejaba de latir
y pocas veces podía respirar.
Quise salvarlo,
yo ya caminaba por el infierno,
pero él se merecía tocar el cielo.
Acaricié cada una de sus lagrimas,
besé sus males
aunque estuviese caminando por arenas movedizas.
Adoraba las plumas de sus alas
y la luz que desperdía sus ojos
no podía dejar que se apagase.
Pocas veces vendí mi alma
al mismo diablo
para que conociera el paraíso
y me dejará en mis tinieblas.
Yo prefería arder
por verle brotar de sus miedos

Cielo gris

Tú que piensas que escribir es sólo poner palabras en un papel y no sabes el amor que hay en cada entonación. Cada sílaba es un "te quiero" que se me quedó en los labios y esa rima asonante es un "quiero que vuelvas" que se combina con los versos que no dicen nada para decirte que "te echo de menos". Nunca entenderás que quiero decir cada vez que pido que llueva, no sabes cuanto te quiero cuando el cielo se vuelve gris y no estás para recitarte poesía al oído. Te recuerdo sin pensar que mañana puede ser otro día, otra oportunidad para que vuelvas y tú no aprovecharas.
He maldecido al tiempo que pasé sin conocerte porque cuando llegaste tú fuiste el huracán que removió cada nervio de mi cuerpo. Hiciste tanto sin saberlo que no me permito guardarte en cualquier cajón lleno de soledad. Te quiero conmigo y puede que no ahora, pero sí en mis idas y quieras quedarte en mis venidas.
Te estoy escribiendo y no sé si lo leerás, pero te echo de menos y te necesito en mis alegrías porque tú eras mi suerte. ¿No te ves en cada rima consonante? Estoy gritando que te quedes.
Estoy escuchando nuestra canción sin poder tarareartela y se me está agrietando alma. Es que no quiero no estar a tu lado porque eres un jodido huracán que me convirtió en una fina lluvia.


sábado, 15 de octubre de 2016

Soy

Siempre pensé que necesitaría un salvavidas para mantenerme a flote y no ahogarme en el primer vuelco. Era tan inocente pensando que dormir en un pecho que late por ti era vida cuando terminó siendo la daga que te atravesó el alma. Ingenua de mí cada día que creía que necesitaba escuchar un "tú puedes" para sacar todas fuerzas que guardaba en mis entrañas. 
Dejaba que confiase por mí porque yo sólo podía creer en sus ojos. Era tan estúpida. Siempre luchando por mantener a alguien sólo para que me hiciese feliz cuando en sus sabanas dormía cualquiera que no supiese echar de menos. 
Cuantas veces no he pensado que no era lo mejor que podría pasarle en su vida y era normal que acariciase otras espaldas. Creía que tenía tan poco para darle que nunca entendía que conociendo a tantos cuerpos se quedará los días impares conmigo. 
No me di cuenta de que estaba cavando mi propia tumba y cada herida que sangraba me la hacía yo cada vez que buscaba ser lo que yo creía que se merecías.
Cambié.
Por ti y no por mí.
Y aún así los días pares no me llamaba. 
Me miré al espejo y vi que no me reconocía. Terminé siendo quién nunca quise ser y salí corriendo. Me he lamido todas las heridas, me he puesto tiritas en las que aún sangran, a veces, aún rebusco mis pedazos por las calles que caminé por tu mano. 
Cambié.
Vi quién era.
Conocí cada uno de mis defectos.
Me empecé a querer por quién era y dejé de pensar en quién podía ser.