.

.

lunes, 18 de julio de 2016

Quejas de nuestro paso por el infierno.
Buscamos luz
                            en cuerpos fugaces,
                                   en inviernos,
                                         en nosotros mismos
       -donde sea-.
Intentamos atrapar cada mísera llama,
Cogiéndola con nuestras yemas,
Encarcelándola.
Pero aún así, suspiramos tan alto,
abrimos la puerta a recuerdos difusos,
Brotamos lágrimas,
Apagamos la única esperanza de huir.
Y nos quedamos abrazando la oscuridad
Un día más
                     o puede que dos.

No te voy a engañar porque sólo sé mentirme a mí misma. Sé que no volverás, pero yo me siento a esperarte en nuestro sofá. No me importaba cada discusión, sólo me preocupaba que no hubiese reconciliación. Tenía miedo de que huir no fuese la solución y sólo era una pérdida de tiempo porque tarde o temprano te buscaría -aunque supiera que no te encontraría-. Era eso, yo me engaña con cada "quizás" o "ojalá" que resoplaba mi cabeza mientras que tú insinuabas una despedida.
Y aún pienso que ojalá vuelvas a mi cama o puede que quizás sólo hayas olvidado el camino de vuelta.
No voy a engañarte, yo pienso mucho en ti y te escribo más; yo sólo sé mentirme creyendo que tú aún miras nuestras fotos con nostalgía

jueves, 14 de julio de 2016

Tú, la luz que apaga mis miedos,
Mi ángel de la guarda que me cuida
—aún sin saberlo—,
el amor que me falta,
La locura que me vuelve cuerda,
Los hilos que me atan a quedarme aquí —vivir—.

Tú siendo mi aire,
Avivando(me) el fuego,
Creando el caos que llamo hogar.
Tú, el recuerdo que no olvido,
El sueño desecho
como la cama cada mañana.

Eres la suerte,
La fortuna
Que nunca me toca.