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lunes, 11 de septiembre de 2017

Ahora

He escrito tanto sobre ti -sobre nosotros- que se me han desgastado las yemas de los dedos. Sin embargo, ahora que has vuelto, y yo dejé de deshojar margaritas, no me quedan caricias que darte. 
No me queda amor, ni poemas que no me sepan a despedida. 
Ahora con el corazón hecho añicos, las manos agrietadas y los ojos llenos de lágrimas, me marcho yo.
Es que hoy no me queda nada, soy un alma vacía en un cuerpo que sale corriendo a la deriva: y se tira por el primer precipicio que encuentra. Soy una loca suicida que te ha querido tanto que olvidó lo que era quererse, y ahora sólo te llora, te llora mientras que te canta tu canción favorita. 
La ilusión ha desembocado a la tristeza, y dolor ganó la batalla a tu risa; y por eso me marcho.
Me voy con el corazón hecho añicos, las manos agrietadas y con los ojos llenos de lágrimas porque ya no nos quedamos ninguno, ya no estamos, ya no somos, y sólo podemos reconstruir el derrumbamiento que creó este huracán de miedos. 
Ahora con el cuerpo tembloroso camino, camino sin girarme para no volver corriendo, para seguir corriendo hacia ninguna parte. 
Hoy mis margaritas se marchitan, tú y yo no tenemos canción favorita que bailamos hasta pisarnos. Hoy el corazón no encuentra la paz cuando late a tu par. 
Hoy el alma se deja las uñas para salir del cuerpo, y besarte una vez más.
Ahora que no escribo de ti -de nosotros- la melancolía nace en los margenes, y la tristeza brota entre los renglones.
Ahora que tú estás,
Ahora que tú has vuelto,
Ahora que tú lates,
yo me marcho sin despedirme una vez más.