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domingo, 16 de junio de 2019

Me dijo que escribiese sobre él

(Me dijo que escribiese sobre él. Me reí y le dije que eso tenía que ganárselo. Ahora tengo medio poema en las manos y él no está).

Cuando vuelves a casa y los pasos son cortos,
pero te acompaña la música, el asfalto vacío 
y el silencio.

Cuando sabes que el cuerpo echa de menos el mar,
aquel mar que brotaba de nuestras miradas 
y soportaba todas las veces que brindábamos por nosotros.

Los cuerpos llenos de arena,
las manos unidas,
el beso en la orilla
las puestas de sol mientras 
que cantábamos.

Todo tenía sentido.  

Ojeé tus libros
como te contaba las costillas en la cama,
con las manos suaves
y el amor entre los dedos. 

Tuvimos la ciudad en nuestros pies.
El frío en el cuerpo.
Viente maneras de recorrer el mundo.
Sueños fugaces,
La casualidad de nuestra parte.
La cerveza en las venas.
Las ganas en nuestros poros.
Una balada de rock and roll en el corazón. 
Nos tuvimos
como nunca hubiéramos imaginado. 

Porque nada más vernos,
nos abrazamos como si nos hubiéramos conocido
en otras vidas. 

Sin embargo, el miedo de dormir juntos,
los temores del amor,
el corazón sanándose,
las heridas aún sangrando,
nos hicieron despedirnos,
sin querer (queriendo). 

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