Siempre he caminado en silencio, siendo un despojo de recuerdos y olvido. Me arrepiento de no
haberte dicho
que te
quería cuándo llevaba años haciéndolo
aunque no sé de qué manera lo hacía, si era cómo Julieta
y daba mi vida
por tu pérdida
o si
era lujuria marcada
por
la oscuridad de la
noche, música alta y litros
de
cerveza. Pero sí, te
quería de una forma u otra, algo había.
He intentado olvidarte. Vivía
en arenas movedizas cada vez que intentaba avanzar, me hundía más. Has llegado a ser mi soga, me oprimías y me cortabas hasta cada hilo de
aire
Escribo para ti, te escribo todos los días y de todas las formas. A veces, hablo de ti
a pieles de desconocidos, rebuscando tu tacto mientras que suspiro porque algún día seas tú. Sigo buscándote en un cuerpo
que me quiera y no se aleje partiéndome el
alma.
Aún hago guardias para protegerte de tus monstruos y espantarte los fantasmas que te rondan en tus días grises. Creo que siempre estaré ahí, a tu lado sin coraza y con una espada luchando con todo lo que tú no puedas.
Sigo en el mismo sitio
dónde me dejaste, esperando(te) que alguien pase y me recoja para dejar de estar atada en la misma calle sin salida. Te quiero y quiero olvidarte; no sé cuánto tiempo te recordaré, si esto es una carta de despedida
o la última esperanza que me queda para que vuelvas
aunque nunca me leas,
aunque nunca me desnudes.