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domingo, 10 de diciembre de 2017

Atardece a las seis

Siento que lloras
y en mi hombro no descansas.
No te rodeo con mis brazos
ni te seco los mares de tus ojos.

El susurro del viento
me avisa
de que respiras ahogado
y no te estoy besando.

No suena nuestra canción en cada bar.
Las cervezas ahora brindan solas
y los mapas
que dibujé
con tus huellas
no me guían.

Te espero
en cada poema
que no firma tu nombre,
y pido que vuelvas
a este descampado
o a esta calle sin salida
donde siempre atardece a las seis.

Adiós es sólo una palabra
de la que puedes volver
con los ojos cerrados
y los pies atados.

Me siento
en vísperas de la nada
con un bote de cristal
lleno de primavera,
y arrugo una nota entre los dedos
que te repite que aquí estoy
esperando a que vuelvas a brotar.



domingo, 19 de noviembre de 2017

Suerte que late

Eres suerte
que late
y yo te escucho
cada vez que me apoyo en tu pecho.

Entiendo que mi corazón
está para vivir pegado al tuyo
y entender que ya no sólo el sol
me besa las mejillas.

Ahora dejo mis huellas por tu espalda
y mi risa se escucha por todo el edificio
porque estás
y los miedos no.

Mis lunares me guían
hacia a ti,
forman una constelación
con tus dedos
y hacen que el camino
sólo sea piel.

Ahora que estoy a salvo
porque tú me has agarrado con fuerza
antes de dar mi último salto.

Dejas que me propague
que el fuego resurja
y las cenizas sólo sean polvo.

Me quieres,
pero más te quiero yo
porque te lloro de felicidad,
porque me miras
y nacen las flores a tu alrededor,
porque dijimos ser uno
y tú día
tras día
haces que seamos eternos.

Hoy ya no hay oscuridad,
el dolor ya se fue,
y sólo estás tú
consiguiendo
que en mi cuerpo
brote la alegría.


lunes, 23 de octubre de 2017

Nos quiero

Tengo tan claro
que quiero ser quién te salve.
Cogerte de la mano
en mitad de tus pesadillas
para traerte a mi pecho
donde siempre
vas
a
estar
bien.

Arrancarte el dolor
de cuajo,
que no tengas ningún resquemor,
y sólo puedas ver
como sanan cada una de tus heridas.

Tú eres mi lluvia,
y yo el fuego que se propaga
cuando haces salir el arcoiris.
La luz de la tormenta,
el miedo deshecho,
el corazón que brilla
hasta llenarme de esperanza.

Voy a ser tu soldado Luna
que te abrazará más fuerte en tus noches.
El rayo de tu oscuridad,
la primavera que florece las margaritas.
Todo el amor del mundo
que nos hará girar hasta marearnos.

Quiero salvarte
aunque el caos tenga mi nombre,
y el temor viva en mis manos.
Quiero salvarte.

Porque si tus brazos son mi hogar,
mi pecho es tu refugio.
Ahora soñaras
con los latidos de mi corazón de eco,
y entenderás que conmigo
vas
a
estar
bien.

Voy a salvarte.
Voy a salverme.
Voy a salvarnos
porque te quiero,
porque nos quiero.



lunes, 11 de septiembre de 2017

Ahora

He escrito tanto sobre ti -sobre nosotros- que se me han desgastado las yemas de los dedos. Sin embargo, ahora que has vuelto, y yo dejé de deshojar margaritas, no me quedan caricias que darte. 
No me queda amor, ni poemas que no me sepan a despedida. 
Ahora con el corazón hecho añicos, las manos agrietadas y los ojos llenos de lágrimas, me marcho yo.
Es que hoy no me queda nada, soy un alma vacía en un cuerpo que sale corriendo a la deriva: y se tira por el primer precipicio que encuentra. Soy una loca suicida que te ha querido tanto que olvidó lo que era quererse, y ahora sólo te llora, te llora mientras que te canta tu canción favorita. 
La ilusión ha desembocado a la tristeza, y dolor ganó la batalla a tu risa; y por eso me marcho.
Me voy con el corazón hecho añicos, las manos agrietadas y con los ojos llenos de lágrimas porque ya no nos quedamos ninguno, ya no estamos, ya no somos, y sólo podemos reconstruir el derrumbamiento que creó este huracán de miedos. 
Ahora con el cuerpo tembloroso camino, camino sin girarme para no volver corriendo, para seguir corriendo hacia ninguna parte. 
Hoy mis margaritas se marchitan, tú y yo no tenemos canción favorita que bailamos hasta pisarnos. Hoy el corazón no encuentra la paz cuando late a tu par. 
Hoy el alma se deja las uñas para salir del cuerpo, y besarte una vez más.
Ahora que no escribo de ti -de nosotros- la melancolía nace en los margenes, y la tristeza brota entre los renglones.
Ahora que tú estás,
Ahora que tú has vuelto,
Ahora que tú lates,
yo me marcho sin despedirme una vez más. 

miércoles, 9 de agosto de 2017

Me despedí, y  me fui.
Salí corriendo
repitiendot(m)e ese adiós
que sólo nosotros conocemos.

No estás,
y te lloro,
te lloro tanto que me duelen las pestañas.

No estás,
y sólo escucho nuestra canción
para recordar que estás 
que estás aquí
y ojalá conmigo. 

Huí como todos los días impares.
Sentí el pecho vacío 
y el miedo en el cuerpo.

Te busco,
te rebusco
y vuelvo a buscarte
para poder apoyarme en tu pecho,
para escuchar tus buenas noches
y soñar con nosotros. 

Hoy no estás,
ni mañana volverás
porque el alma conoce la pena
y yo provoco el desequilibrio
en este suelo firme. 

He vuelto a la oscuridad,
donde no hay ni un rayo
que parta mis miedos en dos. 

He vuelto a los días nublados,
pero que nunca llueve.

He vuelto a las guerras
y aunque saque todos los días 
la bandera blanca,
no hay paz,
sólo hay ruido
que me revienta los tímpanos. 

Ya no soy una funambulista
que corre por una cuerda bien tensada.
Ahora bailo pisándole los pies a la vida
y dejando un pie en el aire. 

miércoles, 19 de julio de 2017

Has vuelto

Has vuelto.
Has vuelto con una margarita entre los dedos, y me pediste que la deshojara, que le preguntase si te echaba de menos, si aún te quería y si tú eras para mí. Dejé a esa margarita vivir, y yo te besé, te besé con el corazón desnudo y el cuerpo lleno de pasado. 
Volví a jugármelo todo al catorce rojo, y en ese cuerpo vestido de mentiras que rodeaba cada noche mis piernas. Te he visto el miedo en los ojos, y yo he acariciado a cada uno de tus fantasmas, cantándole una nana para que sólo puedas dormir en mi pecho. Sólo te quería ahí, libre de monstruos, lleno de amor puro y conmigo cada noche. 
Me arrancaba mis plumas para coserte las alas más hermosas, pero es que yo no necesitaba volar si estaban tus brazos que me abrazaban y eran mi hogar, mi templo lleno de margaritas dónde sólo me sentía a salvo. 
Te di medio pulmón que gasté en suspiros y en gemidos. Tardaba menos en arrancarme el corazón, y ponértelo en las manos, que en pasar los dedos por mi camisa. 
Así eramos: un volcán en erupción dónde tú te movías por la lujuria, y yo pensaba que cada vez que recorrías mi cuerpo era amor. Sentía voleteos entre mis costillas siempre que me besabas el vientre, cosquillas por mis caderas cada vez que me agarrabas con ansias, y una leve llama al primer roce que siempre se volvía en una enorme fogata roja. 
Te deslizabas por mí, y yo te pedía un día más. 
Nuestras sombras se entrelazaban, y enredaban nuestros cuerpos haciéndonos uno. Un sólo cuerpo que gritaba, se quedaba sin aire y notaba como la lluvia afloraba de su piel. Somos un cuerpo que encajan sus cicatrices y sus corazas. Un cuerpo que buscaba las cosquillas del otro, y sabía dónde tenía que besar. 
Has vuelto, pero ya no nos queda luz. La oscuridad nos guía hacia un laberinto de imposibles, y yo sólo se llorarle a la luna llena. 
Has vuelto, pero ya no nos queda paz. Hemos sacado la bandera blanca en nuestras guerras. Nos hemos rendido, y nuestros mayores enemigos han empezado a comernos por los pies. 
Has vuelto, pero he escrito una despedida. Voy a recitarte mi adiós mientras que mi alma llora y mi corazón solloza. 
Adiós, mi luz.
Adiós, mi paz.
Adiós, mi lluvia.
Voy a desnudar mi pecho a otra alma rota. Besaré otras heridas, y le cantaré a otros labios. 
Porque has vuelto con una margarita entre los dedos, y yo llevo todo el pasado en la espalda desmintiendo cada te quiero que no dices. 

lunes, 17 de julio de 2017

Le escribo.

Le escribo al dolor porque es el único que siempre está.
Siempre se queda
por los seísmos,
por los truenos,
por la oscuridad,
por los lazos rotos
por los hilos enredados.

Le escribo al dolor porque siempre se queda
por la decepción
que rápido conocí a la hija de puta.
por el miedo,
por el silencio,
por la soledad
que es mi fiel compañera.

Le escribo al dolor porque siempre está
se esconde detrás del sofá
y siempre salta encima
cuando duermes en el lado izquierdo.

Cómo le gusta verme llorar,
esboza una leve sonrisa
y se traga la carcajada.

Me abraza más fuerte
hasta que me rompe tres costillas;
Y grito,
rabio,
y dejo que toda mi sangre aflore
que brote por cada poro de mi piel.

Le escribo al dolor
porque se queda
porque me hace humana
y me rompe,
porque está
y me canta
la canción más triste del mundo.

Le escribo al dolor
por sus fantasmas
que es el horror
la pesadilla que viaja a tu espalda.
El pasado que atrapa
y te rompe en milímetros el corazón.

Le escribo al dolor
porque siempre está
porque siempre me abraza
porque es el único que me escucha llorar.

jueves, 13 de julio de 2017

Despedida

Como una colilla
apagada en la piel.
Veintidós latidos al descompás
de un grito ahogado
por las manos del pasado.

Tanto miedo,
Tanto llanto
y el corazón sollozando
por el camino.

El alma que susurra
y todos los demonios se revelan
al paso de las luciérnagas.

Nunca hay suficiente luz,
nunca hay suficiente amor
para cubrir las cicatrices
para superar cada "quizás"
que nuestro cuerpo ha dictado
deslazando nuestras manos.

Cómo cuándo quieres
cada día,
cada segundo,
cada seismo,
pero huyes.

Como la vela de cumpleaños
que se apaga antes de soplar.

Como el sueño
antes dormir.

Todo antes de ser nada.

¿No nos habremos equivocado?
¿No nos habremos fallado?
Que nos despedimos
sin repetir el adiós.

Adiós, mi luz.
Adiós, mi paz.
Adiós, mi lluvia.

Que salgo corriendo entre la tormenta.
Me despido
aunque quiera volver
hoy,
mañana
y cada día de mi vida.

Adiós, mi luz.
Adiós, rayo que partías la oscuridad en dos.

Adiós, mi paz.
Adiós, a las banderas blancas
en mi propia guerra.
Adiós, a las margaritas.

Adiós, mi lluvia.
Adiós a ese cielo que nos une.

Con veintidós latidos al descompás
le lloro al "ojalá"
porque no somos,
porque nunca hemos sido.

domingo, 4 de junio de 2017

Compañera II

Le dediqué un poema a mi mejor amiga,
le dije que no la quería ya
que la echaría de menos
y que dos veces a la semana la llamaría
porque necesitaría de ella,

Le grité que se fuera
que no se quedase conmigo
mientras que leo
o mientras busco la salida de mi infierno.

Me despedí,
y le di las gracias por cada día
por cada vez que me miraba en silencio
por cada susurro en mitad de la noche,
pero ya no la quería
no quería una respiración en mi espalda.

Le pedí que no volviese,
pero hoy ha vuelto,
se ha vuelto a sentar a mi lado.
Está escuchando como lloro,
pero no me consuela.

Sólo me mira.

Le pido ayuda.

Y no hace ni una mueca.

Ha vuelto,
me sigo sintiendo sola.
Es como un apagón,
un socavón,
un seísmo,
un grito en silencio.

Salgo corriendo
y doy un portazo.

Creo que la he encerrado con todos mis miedos,
que soy libre,
pero tengo frio.

Sigue en mi espalda,
no me deja sola,
ella siempre está cuando el dolor está brotando.

La miro,
intento encontrar una explicación
¿por qué?
¿Por qué siempre estás?

Mi soledad sólo se encogió de hombros
y yo la sentí más que nunca,

Hay un corazón roto

Hay un corazón roto
que late con el segundero del reloj
—tick-tack—
Que se para en seco a las en punto
y revive a las doce y un minuto. 

Hay un corazón roto
que no bombea,
que no golpea un pecho,
que no siente,
y sólo es un músculo.

Hay un corazón roto
que ya no está
que ni siente
ni padece
que tiene oscuridad en sus arterias
y sólo el odio viaja por sus tejidos.

Hay un corazón roto
que llora siempre que se despierta.
Llama a las oscuras golondrinas
para que le saquen los ojos,
porque no quiere ver el infierno
no puede soñar cuando sólo conoce las pesadillas.

Hay un corazón roto
que late con el segundero del reloj
—tick-tack—
pero que está esperando a su muerte.
Algún día
todo será una explosión
de sangre mezclada con ilusión.

Hay un corazón roto
que sólo espera una pena más
para detonar.

jueves, 25 de mayo de 2017

Te he visto reír

Muchas veces te he visto reír,
despejar cada nubarrón
con la fuerza de una carcajada.
Te he visto reír
y como la primavera ha tocado a mi puerta.
Que están aquí los primeros brotes,
que ya estás aquí
con las manos cargadas de luz,
el corazón sano
y una melodía pintada en tus ojos.
Te he visto reír
y me han temblado hasta los cimientos
que has removido mis arenas movedizas
haciendo que sean un suelo firme
que yo pueda pisar sin miedo.
Te he visto reír
apaciguando guerras,
derribando murallas
y matando monstruos.
Que tu risa
son mis alas.
El vuelo infinito
que despega,
pero que no llega a tocar el cielo.
Que recorremos el mundo,
cimientos pisoteados
que se alzan al cielo
con toda la fuerza de un huracán
reviviendo de sus ruinas.
Te he visto reír
creando la obra de arte más bonita.

sábado, 20 de mayo de 2017

¿Por qué no nos equivocamos otra vez?

Nos queda vida y muchas piedras con las que tropezarnos, pero ¿por qué no tropezarnos con la que conocemos? Dar un traspié y enterrar los hocicos en el polvo. Polvo en que se convierte nuestros recuerdos, polvos que nos faltan por echarnos. Volver a intentarlo sabiendo que nos estamos equivocando que tenemos la física, la química o el corazón en nuestra contra, pero besarnos por la razón llena de espejos que reflejan nuestros días felices.
Somos un mundo, un universo y no creo que conozcas los siete óceanos que se esconden en mi ombligo, que hay mucha tierra que queda por descubrir y puede, que en mi espalda esté la octava maravilla del mundo y ahora sí puedas ver como se pone el sol en mis mejillas.
Yo soy el único desastre desencadenante de este silencio que cruzan nuestros cuerpos, que el echar de menos está sobrevalorado cuando sólo tienes puñales en el alma y hay veinte dos mil piedras en tu camino y unos cuarenta cuellos más que besar. Pero podemos ser mariposas que aleteen demasiado rápido para crear un huracán, que seamos la guerra y la paz la dejamos para el telediario.
Tenemos derecho a equivocarnos, a caernos de la cuerda bien tensada por la que bailamos. Agarrarnos de nuestros precipicios y soltarnos sin llegar a contar a tres. Huir del otro, pero volver cuando la euforia se manifieste en carcajadas.
Que no me importan cuantos ojos te miren desnudo porque yo te veo, te veo el alma y la rozo cuando soy la equilibrista de tus miedos.
Pinchar nuestros botes salvavidas, quitarnos el cinturón de seguridad cuando a vamos a doscientos veinte por hora, ir a la guerra sin chaleco antibalas y con la pistola descargada. Que podemos jugárnosla siempre al catorce rojo porque la suerte nunca nos ha arropado los días fríos ni el destino nos ha marcado un camino.
Podemos empezar hoy sabiendo que dentro de un año y dos meses nos despediremos sin tener una vuelta atrás, darle la vuelta al reloj de arena y dejar de mirarnos cuando el último grano caiga.
Que nos alejamos, que nos gritamos y nos mordemos la sonrisa del otro.
Podemos equivocarnos.
Debemos equivocarnos otra vez.

miércoles, 10 de mayo de 2017

Baila sola

Siempre baila sola,
que si la sacas en una canción lenta
echa un trago
y mira a otro lado.

Que en su corazón sólo hay inviernos
y su cabeza es un tocadiscos de canciones melancólicas.
Ella llora fácil,
pero asegura que le falta corazón.

Cuentan que tiene los ojos más tristes nunca antes vistos
y la luna menguante le sonríe.
Siempre canta,
pero sólo si es a susurros.

Tiene piel de terciopelo
y sus mejillas siempre son besadas por el sol.
Escucha rock and roll
y la cerveza le gusta fria.

Dicen que un día derramó todas sus lágrimas
en una orilla
que desde entonces tiene cristales entre los dedos
y deja morir a las margaritas.

Siempre pisa los pies en el segundo compás.
Y deja que el viento la despeine.
Pocas veces besa,
pero siempre deja carmín rojo como prueba.

Nunca se le ha visto bailar una canción,
ni sonreír enseñando los dientes.
Dicen que una vez la vieron haciendo una mueca
y todos aplaudieron.

Que el otoño viaja en su espalda
y la primera llena de esperanza el corazón,
pero hoy ni siente ni padece.

Habla poco
y escribe todo lo que piensa.
Usa la tercera persona para hablar de ella
porque piensa que algún día ésta dejará de ser su historia.

Es cobarde,
soñadora
y tardona.

Porque aparece cuando acaba su canción favorita,
y sale corriendo en cuanto la miran de frente.

Me susurraron que ella un día no fue así
y yo nunca los creí.

domingo, 7 de mayo de 2017

La llama que fue ceniza

Hace dos meses publiqué mi primer poemario que se titula La llama que fue ceniza. 
Desde los 15 años estoy escribiendo aquí por mí y por todos aquellos que me leéis en cada entrada. Creo que fue el momento de saltar al vacío y si es necesario ahogarse o salir a flote.
Sólo os digo, que aquí lo tenéis para quién quiera seguir leyéndome.

http://www.avanteditorial.com/libro/la-llama-fue-ceniza-obra-papel/

Abatida

Se le enredaban los pies siempre que salía corriendo,
se tropezaba con sus propios pasos
y besaba el suelo.

Estaba abatida
y rota.

La cogieron en volandas
y la llevaron de vuelta a casa
atada en su cama
y todo su pasado la miraba,
la rodeaba.

¿Cómo iba a ser libre si siempre vuelve?
Se sentía como un pájaro azul
con un ala rota
que cuidan
y alimentan,
pero cuando puede volver a volar
lo encierran en su jaula
sólo para escucharle cantar por las mañanas.

Siempre malherida
siempre pensaba que no había camino
al final de la carretera.

Pensaba que su vida
era sentarse y esperar
que el destino pusiese todo en calma.
Sin embargo, no existe mayor paz que un mar embravecido
que un grito a destiempo
o una tormenta eléctrica.

Se siente encarcelada
en su propia vida
y su cuerpo no es más que su propio ataúd.

Quiere despedirse,
pero usan cuerdas de cordura
y la retienen dos días más.

Un tick-tack que la desestabiliza,
un momento de huida,
un adiós que no se dice,
unos ojos que lloran
y un corazón que hoy no late.

martes, 14 de febrero de 2017

Vuela

Volarás,
surcarás los cielos
aunque yo no acaricie tus plumas,
emprenderás el vuelvo
y encontrarás el camino que te guiará
a un pecho
a un corazón
que sepa latir por ti.
Rozarás las nubes
al verla llegar
y pensarás que tu vida empieza
en sus caderas.
Serás un barco
que siempre naufraga en su boca
y llena de esperanza sus rotos.
Volarás,
sabrás que el amor se come
y no sólo se siente.
Atravesarás tormentas,
derrotarás a otros relámpagos por sus ojos.
Pero vuela
y acaricia el cielo
que en mi coraza ya no queda amor para los dos.
Despliega tus alas
y cuida tus plumas
antes de que el tiempo te pille por sorpresa,
antes de que devore ese corazón roto
que sólo proteges con el puño.
Vuela,
hay mucho cielo para encontrar unos labios
para que te besen de verdad.

domingo, 12 de febrero de 2017

Primavera

Yo sólo sé que las palabras valen más cuando se dicen en pasado.
Que yo quiero más cuando extraño, cuando no puedo; y he dicho haber olvidado hasta volverme a chocar con esos ojos.
Que es fácil decir, pero que difícil es mantener lo dicho.
Me quedo, pero ya me he ido más de mil y una noche a contar historias a otros oídos. Pero no soy despedidas, me escabullo en las sombras hasta ser el humo del ayer.
Soy un huracán que remueve a todo aquel cuerpo que puede latir rápido para ser su mayor caos, su pequeño desquicio durante el menos tiempo posible porque no me quedo —porque no me dejan quedarme—.
Voy a escribir versos tristes durante la primavera para dejar que el corazón se reponga en el otoño y volver amar en invierno, pero me iré en la primera noche de verano para comenzar mi naufragio en cualquier playa desierta.
Me voy, pero nunca del todo.
Puede que mañana te bese la frente y te mire con mis ojos tristes y te siga extrañando tres años más tarde. Pude que aprenda a quererte cuando no estás y empiece a llamarte grieta.

miércoles, 25 de enero de 2017

Eternos

Te he visto en más tinta
de las veces que te he tocado,
pero te quiero
ya sea porque eres el papel 
que escucha cada a cada lágrima
o porque eres el verdadero futuro.

Entiendes cada palabra
que susurra mi voz entrecortada 
y porque tiemblo cada vez que me acaricias
que eres un terremoto
y yo una florecilla que baila a tu son.

Que me llamas Luna por cada verso triste,
pero cada mañana te sonrío al verte.
Luchas contra mi tristeza del pasado
para poder verme completamente desnuda cada noche.

Has sido espectador de cada una de mis luchas
y ves como acaricio al caos cada mañana,
pero me besas en mitad de la oscuridad de nuestras sábanas.

Y te quedas
aunque yo me haya ido innumerables veces 
sin decir adiós 
sin ninguna nota de despedida
siempre me has abrazado en mi vuelta
sin preguntar por qué
sin decirme nada.

Somos poesía
y tú lees entre versos
para callar mis suspiros
y cambiar mis miedos por quizás.

No sabemos despedirnos
sin alejarnos del corazón
y nos falta el aire
al remover el pasado sin nosotros.

Sólo somos eternos
cuando uno está junto al otro. 

lunes, 2 de enero de 2017

Diablo o ángel

Ahí estaba el Diablo llorando con una película de amor mientras que los ángeles desde arriba hacían planes para sabotear al propio Dios. El Diablo tiene cicatrices que no sanan como las tuyas y los ángeles se van de juerga y vuelven apestando a Whisky. 
Ni ellos son tan buenos, ni tú acabas con campos de margaritas queriendo. Entonces, ¿qué haces acumulando errores? Échate un trago y deja al pasado irse con una simple moraleja. 
Que no arreglas vidas con tantos lamentos, sólo un perdón a tiempo o a destiempo puede salvarte a ti -o a la otra persona- de seguir creyéndote Diablo que aún le llora a la soledad.
¿Qué haces que aún no has perdonado a tus sombras? Si sólo están cuando te empeñas en mirar hacía atrás en vez de frente.
Todos tenemos pasado, pero no quieras que sea tu presente ni tu futuro. Cierra los ojos y escucha tu canción como cuando los días eran fáciles o simplemente tararea un puñetero anuncio, pero no pienses, sólo crea una melodía.
Equivocarse es demasiado fácil, lo difícil es conseguir en cada tirada el premio de la feria; pero aún así, jugamos, nos equivocamos y si nos llega el bolsillo y las ganas volvemos a tirar. Tengo monedas sueltas, a este fallo invito yo.
Hasta Diablo se arrepiente de haber sido bueno, pero ahí está en su sofá llorando desconsoladamente porque los protagonistas se juraron amor eterno. ¿Y tú? ¿Te arrepientes de haber sido bueno o malo?
Sí equivocarse es la acción natural de los humanos, de nosotros ya que aprendemos de nuestros errores y todo sería más aburrido si se consiguiera todo a la primera; el arrepentimiento es el sentimiento natural porque nos inculcan que seamos buenos, callados y fuertes, pero pocas veces somos así. Somos de buscar buscar de cosquillas al asesino o al inocente, de gritar a quién nos susurra y derrumbarnos en el primer paso que se da con el pie izquierdo.
Puede que tú seas como el Diablo que a veces tiene corazón y llora o como los ángeles que tocan melodías con su arpa, pero a veces necesitan ver arder su alrededor.
Seas quién seas, es normal. Nadie te dijo como había que ser entre los humanos. Ninguno sabemos actuar entre nosotros.