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sábado, 15 de octubre de 2016

Soy

Siempre pensé que necesitaría un salvavidas para mantenerme a flote y no ahogarme en el primer vuelco. Era tan inocente pensando que dormir en un pecho que late por ti era vida cuando terminó siendo la daga que te atravesó el alma. Ingenua de mí cada día que creía que necesitaba escuchar un "tú puedes" para sacar todas fuerzas que guardaba en mis entrañas. 
Dejaba que confiase por mí porque yo sólo podía creer en sus ojos. Era tan estúpida. Siempre luchando por mantener a alguien sólo para que me hiciese feliz cuando en sus sabanas dormía cualquiera que no supiese echar de menos. 
Cuantas veces no he pensado que no era lo mejor que podría pasarle en su vida y era normal que acariciase otras espaldas. Creía que tenía tan poco para darle que nunca entendía que conociendo a tantos cuerpos se quedará los días impares conmigo. 
No me di cuenta de que estaba cavando mi propia tumba y cada herida que sangraba me la hacía yo cada vez que buscaba ser lo que yo creía que se merecías.
Cambié.
Por ti y no por mí.
Y aún así los días pares no me llamaba. 
Me miré al espejo y vi que no me reconocía. Terminé siendo quién nunca quise ser y salí corriendo. Me he lamido todas las heridas, me he puesto tiritas en las que aún sangran, a veces, aún rebusco mis pedazos por las calles que caminé por tu mano. 
Cambié.
Vi quién era.
Conocí cada uno de mis defectos.
Me empecé a querer por quién era y dejé de pensar en quién podía ser.

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