Somos hilos que se han enredado tantas veces que sólo tenemos nudos. Nos golpea el alma y a veces, nos aplasta el corazón.
Tenemos la soga puesta y sólo tenemos que contar hasta tres para saltar y olvidar cada error que cometimos con el otro queriendo.
Aunque suene cobarde, tenemos que huir de aquellos miedos que nos crucifica la razón y nos golpea en el pecho.
Hoy, todo el amor que nos unía nos separó. Nos hemos roto -uno al otro- y hemos intentado atar nuestros extremos al futuro para así besarnos durante dos meses más. Pero no podemos aunque queramos. No somos fuertes. No creemos en la mirada del otro.
La suerte se despidió con un beso en la frente y nosotros sólo tuvimos que salir corriendo en caminos paralelos con la esperanza de que mañana veremos la verdad en las caricias del otro.
Tenemos la soga puesta y sólo tenemos que contar hasta tres para saltar y olvidar cada error que cometimos con el otro queriendo.
Aunque suene cobarde, tenemos que huir de aquellos miedos que nos crucifica la razón y nos golpea en el pecho.
Hoy, todo el amor que nos unía nos separó. Nos hemos roto -uno al otro- y hemos intentado atar nuestros extremos al futuro para así besarnos durante dos meses más. Pero no podemos aunque queramos. No somos fuertes. No creemos en la mirada del otro.
La suerte se despidió con un beso en la frente y nosotros sólo tuvimos que salir corriendo en caminos paralelos con la esperanza de que mañana veremos la verdad en las caricias del otro.
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