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miércoles, 19 de julio de 2017

Has vuelto

Has vuelto.
Has vuelto con una margarita entre los dedos, y me pediste que la deshojara, que le preguntase si te echaba de menos, si aún te quería y si tú eras para mí. Dejé a esa margarita vivir, y yo te besé, te besé con el corazón desnudo y el cuerpo lleno de pasado. 
Volví a jugármelo todo al catorce rojo, y en ese cuerpo vestido de mentiras que rodeaba cada noche mis piernas. Te he visto el miedo en los ojos, y yo he acariciado a cada uno de tus fantasmas, cantándole una nana para que sólo puedas dormir en mi pecho. Sólo te quería ahí, libre de monstruos, lleno de amor puro y conmigo cada noche. 
Me arrancaba mis plumas para coserte las alas más hermosas, pero es que yo no necesitaba volar si estaban tus brazos que me abrazaban y eran mi hogar, mi templo lleno de margaritas dónde sólo me sentía a salvo. 
Te di medio pulmón que gasté en suspiros y en gemidos. Tardaba menos en arrancarme el corazón, y ponértelo en las manos, que en pasar los dedos por mi camisa. 
Así eramos: un volcán en erupción dónde tú te movías por la lujuria, y yo pensaba que cada vez que recorrías mi cuerpo era amor. Sentía voleteos entre mis costillas siempre que me besabas el vientre, cosquillas por mis caderas cada vez que me agarrabas con ansias, y una leve llama al primer roce que siempre se volvía en una enorme fogata roja. 
Te deslizabas por mí, y yo te pedía un día más. 
Nuestras sombras se entrelazaban, y enredaban nuestros cuerpos haciéndonos uno. Un sólo cuerpo que gritaba, se quedaba sin aire y notaba como la lluvia afloraba de su piel. Somos un cuerpo que encajan sus cicatrices y sus corazas. Un cuerpo que buscaba las cosquillas del otro, y sabía dónde tenía que besar. 
Has vuelto, pero ya no nos queda luz. La oscuridad nos guía hacia un laberinto de imposibles, y yo sólo se llorarle a la luna llena. 
Has vuelto, pero ya no nos queda paz. Hemos sacado la bandera blanca en nuestras guerras. Nos hemos rendido, y nuestros mayores enemigos han empezado a comernos por los pies. 
Has vuelto, pero he escrito una despedida. Voy a recitarte mi adiós mientras que mi alma llora y mi corazón solloza. 
Adiós, mi luz.
Adiós, mi paz.
Adiós, mi lluvia.
Voy a desnudar mi pecho a otra alma rota. Besaré otras heridas, y le cantaré a otros labios. 
Porque has vuelto con una margarita entre los dedos, y yo llevo todo el pasado en la espalda desmintiendo cada te quiero que no dices. 

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