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domingo, 27 de diciembre de 2015

Nos aferramos a los recuerdos. Abrazamos los pedazos rotos de nuestro pasado imaginado finales felices para nuestras historias destruidas.

Buscamos olores conocidos, sentimientos ya encontrados perdiendo la fe en que alguien supere a otro alguien. Y así nos encontramos: rotos y destruyendo a cada corazón alegre que nos ronde.

Somos ciegos que no vemos -o no queremos ver- a alguien más  aparte de la persona que nos destruyó.

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