.

.

jueves, 11 de abril de 2019

Ciudad

Hace un tiempo me gustaba caminar de noche, cuando no había nadie por la calle. Era extraño. Me sentía sola y yo misma tenía que abrazarme para no llorar. La ciudad a oscuras. Alguna farola parpadeaba a mí paso, me recordaba al palpitar de mi corazón. Algunos edificios a oscuras, y algún octavo tenía la música puesta cuando todos dormían. Nadie se quejaba.

Miraba las fachadas de los edificios. Yo tan pequeña y el mundo tan alto, tan enorme que puede casi comerme. Yo tan niña, y el mundo tan grande que no voy a poder recorrerlo entero. Nunca daré la vuelta en 80 días como Verne. Pero ahí estaba. Sintiendo el frio de mi ciudad. Las olas quejándose ante el ruido. El viento que siempre te atrapa y te revuelve. Siempre sonaba una canción inglés que no le prestaba atención, pero me ponía melancólica.

Caminaba. Veía todo un nuevo mundo. Por la noche los semáforos siempre están verdes. Los peatones siempre cruzan sin mirar. La gente se quiere más. Entrelazan sus manos con menos miedo y con más verdad. Algunos rebuscaban cobijo. Y yo seguía sintiéndome tan sola que me abrazaba. Respiraba tan profundo que escuchaba como mi aire entraba y salía. Me sentía viva. La soledad me hizo viva.

Y supongo que, fue en uno de esos paseos tristes juntos a las estrellas cuando entendí que cuidarme era quererme. Quererme era protegerme. Protegerme era sentirme libre. Y yo soy un pequeño pájaro que doblo los barrotes de su jaula con el pico. Los doblo hasta poder escapar. Ser tan yo, que esa fuera mi mejor virtud.

Me abrazaba y no me sentía sola. Estaba tan bien sintiendo el frio que empezaba a entender la canción que retumbaba en mis tímpanos. Y sonría al ver a los enamorados agarrados de la mano. El ruido de las olas rompiéndose, me aviva. Los parpadeos de las farolas se acompasaban  a mi corazón. Crucé la calle sin mirar y no sentí el peligro. No fui corriendo hasta la acera. Veía más ventanas iluminadas y supongo que estarían haciendo el amor.  Más corazones latiendo y el mundo sintiendo. Menos sangre y guerras. Más esperanza. Más vida después de la tristeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario