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martes, 14 de julio de 2015

Hablemos de lo que pasa cuando dos almas se encuentran.

"Lo conocí entre quejas de unos versos mal escritos. Sus ojos agua marina se recorrieron las pecas que rodeaban mi nariz, y se posaron en mis ojos verdes escondidos tras unas gafas de pasta marrones. Cuando descubrí su mirada no pude evitar morderme el labio inferior; nunca antes había visto a alguien como a él –él es diferente al resto- .

Tenía los labios finos entre una barba de dos días, su pelo le llegaba hasta los hombros y era de color de las hojas del otoño y tenía la mirada más expresiva que nunca antes había visto. No recuerdo que llevaba puesto, solo recuerdo unas pulseras de cuero en su mano derecha y que sostenía un cuaderno de notas de color marrón.

Ese día fue extraño. No me perdí entre los aromas del café, ni en los libros nuevos de los estantes de la cafetería. Sólo busqué una mesa escondida para dejar de ruborizarme con cada mirada. 

Era tarde de micrófono abierto, hoy se juntaban los proyectos de artistas para intentar deleitarnos con su música, sus versos o su gracia –no todos los conseguían-. Me gustaba ver como no era la única persona que adoraba las letras e intentaba crear arte con ellas, pero yo no soy lo suficiente valiente para desnudar mi alma delante de unos cuantos ojos desconocidos. Pero parece ser que él sí, él se levantó de su mesa y cogió su guitarra; empezó a tocar un par de notas semejantes y empezó a recitar unos versos; consiguió con tres simples versos sin ningún tipo de estructura que se me retorciera el estomago, y sentí como volvían las golondrinas de Bécquer." 

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