.

.

jueves, 25 de junio de 2015

Él siempre volvía para despedirse.

Regresaba para volver a irse,
Me envolvía con sus andares de soñador
Y su mirada de "repara- corazones".
Se marchaba para quedarse,
Volvía apestando a perfume caro
Y con medio cigarrillo en los labios –adoraba esos labios –
Volvía y le dejaba las puertas abiertas del paraíso,
Se marchaba y yo me quedaba en la espera del reencuentro.
Venía, se iba.
Era un búmeran que volvía con mi felicidad.
Confundía, aturdía y me gustaba;
Él buscaba otras caderas a las que aferrarse,
Yo buscaba el lunar de su cuello.
Pero él se marchó, y no volvió.
No hubo ningún orgasmo de despedida,
Ni un "adiós" entre gemidos,
Se fue para no volver,
Me aferre a su recuerdo
Recordando cada reencuentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario