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sábado, 14 de febrero de 2015

Un día de estos.

Puede que un día de estos te vea esperando en una mesa de mi restaurante favorito; comenzaremos con el postre y sonará música de fondo, da igual que tipo de música sea como si es música clásica o una balada de Extremoduro porque no le prestaré la mínima atención. Reiremos, hablaremos, nos acariciaremos por debajo de la mesa, sentiremos que los dos estamos solos y me olvidaré hasta de que hora es, o de cuantos platos llevamos. 
Saldremos a la calle, nos caerán por los hombros unas finas gotas de lluvia helada, pero aún así decidiremos ir andando hasta tu apartamento, saltaremos los charcos, esquivaremos a los coches y a los peatones que huyen de la lluvia mientras que nosotros vamos sintiendo como se moja cada poro de nuestra piel.
Llegaremos empapados, encenderás la chimenea; me sentaré en la alfombra de pelo mirando el fuego, me servirás una copa de vino tinto y esperaras que deguste el primer sorbo para besarme y morderme el labio inferior,nuestros cuerpos se abrazarán y se tumbaran poco a poco, beso tras beso;  me agarras el muslo izquierdo con la tu mano derecha, te morderé el labio, te besaré el cuello, me quitarás la ropa de una forma lenta pero ansiosa, besaras cada poro de mi piel, rasgaras todo centímetro de mi cuerpo que este  a tu alcance, ahogarás mis gritos y me harás sentir cada centímetro de ti. Nos miraremos a los ojos y sudaremos como locos, te clavare mis uñas en tu espaldas y sonreirás.


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