De verdad, yo te amé.
Te amé haciéndote refugio
de las ruinas que habitan en mi cuerpo
siendo el arquitecto de lo que hoy considero
un mi verdadero yo.
Por encima del aire
vi como has sobrevolado
cada abatida
y has luchado por mí
hasta que mi te dejó sin fuerzas
y no pudieses cogerme en peso
para seguir hacia adelante.
Has sido soldado
que has hecho de mi guerra
la tuya
y contigo en el campo de batalla
no eramos víctimas,
eramos los héroes que destruían
miedos ajenos.
Por encima de las margaritas
que habían siempre en la mesa del comedor
mientras que sonaba Love, love, love
y yo la tarareaba inventándome la melodía.
Sin embargo, tú reías
y me mirabas como el soñador que mira al infinito.
Te he leído a Egea,
y viví contigo el Otro románticismo
dejándote las puertas abiertas de casa
porque te esperan los libros,
el café
y yo.
Porque duele
hasta el pecho encogerse
y no volver respirar
hasta ahogarnos
hasta que el aire se desprenda
hasta no ser nada
hasta que no nos quede nada
hasta que mi amor, tú, no puedas revivirme.
Porque quema
hasta convertirnos en la llama
que nos hace ser cenizas
removidas por el viento
hasta ser polvo.
La tristeza vuelve a chocar contra el cristal
y quedan pedazos desojados
como el ataque del amor a los pétalos.
Aunque la vida,
nuestro amor
esté disperso:
De verdad, que te amé.
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